El Rosario, es el estandarte de grandes victorias en la Historia de la Iglesia: con él, Santo Domingo de Guzmán venció a la herejía albigense; mientras el Papa Pio V, afligido por el futuro de la Cristiandad, rezaba en Roma el Rosario, las tropas católicas vencían en Lepanto; poco después, con el rezo del Rosario, los enemigos de la Iglesia fueron repelidos de Hungría.
Siglos después en Austria, en 1955, los católicos en pro de conseguir la libertad de su Patria, ocupada por las tropas comunistas, idearon algo muy singular.
¿Lograron su cometido los valientes austriacos, de expulsar al ejército rojo al cual nada ni nadie parecía oponerle resistencia? ¿qué estrategia usaron? ¿acaso inventaron alguna arma secreta?
El presente artículo, apreciado lector, describe esa fascinante historia. Lo invitamos a repasarla.
"Rusia esparcirá sus errores por el mundo"
Año de 1945.- Austria está rodeada de países que fueron invadidos por las tropas rusas y añadidos al Bloque Comunista, y estuvieron separados del resto de Europa por lo que se llamó la Cortina de Hierro o Telón de Acero.
Repartición de Austria al término de la Segunda Guerra Mundial |
En 1938 este país de Europa Central fue invadido por Alemania por lo que en la II Guerra Mundial hizo parte del Eje Nazi. Terminada la guerra fue dividido en cuatro zonas de ocupación para ser administradas por Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia. A esta última se le entregó la llamada baja Austria, la más rica del país, por los pozos de petróleo, la agricultura y sus industrias; en ella estaba localizada la ciudad de Viena.
Los rusos tenían como objetivo quedarse indefinidamente, al punto que en 1950 incentivaron un putsch - golpe - comunista en Viena, con la intención de apoderarse del gobierno de toda Austria.
Soldados rusos en Viena |
Transcurridos diez años de tiranía roja, vanos serían todos los medios políticos y diplomáticos para obtener la retirada de los rusos. Parecía imposible que dejasen el católico País, pues a decir del perverso Stalin, "lo que el comunismo conquista no lo suelta jamás"... salvo que ocurriese un milagro…
Surge un hombre providencial
El Padre Petrus Pavlicek (1902-1982) fue un capuchino austríaco, nacido Innsbruck - Wilten, en el Tirol, un 6 de enero de 1902. El 13 de mayo de 1941 fue arrestado por la Gestapo y enviado al frente occidental como ayudante de enfermería. El 15 de agosto de 1944 cayó en el cautiverio americano y fue derivado a Chorbourg. Ahí leyó un folleto sobre las apariciones marianas de Fátima. Fue liberado un 16 de julio de 1945.
P. Petrus Pavlicek O.M.C. |
Al año siguiente y apoyado en las oraciones de religiosas, hizo una peregrinación a Mariazell, el principal santuario mariano de Austria, para pedir a la Virgen consejo en medio de la oscuridad que abarcaba a su patria. El 2 de Febrero de 1946, fiesta de La Candelaria, o de las luces, rezaba ardientemente ante la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Mariazell, Patrona de Austria, entonces escuchó una voz interior que le decía: "Haced lo que yo os digo y tendréis paz". Eran las mismas palabras que había leído en cautiverio, por lo que se sintió inspirado a implementar lo que la Madre de Dios, por medio de tres inocentes niños había pedido a toda la humanidad en 1917. Era lo que la nación austriaca estaba esperando, por lo que llena de fe y por él alentada, comenzaría a implorar el milagro esperado...
Nuestra Señora de Mariazell |
Para obedecer la inspiración de Nuestra Señora, el Padre Pavlicek ciertamente tuvo que sortear algunas dificultades, viviendo como lo hacía, en un régimen hostil con la Iglesia. Sólo un año después, en Febrero de 1947, pudo fundar la Cruzada de Reparación del Santo Rosario, y los austriacos se unieron para honrar a la Virgen con un rosario perpetuo, implorando a diario por la conversión de los pecadores, la paz mundial y la libertad para Austria.
De ese modo los fieles se comprometían a rezar el rosario, de forma ininterrumpida. Durante las 24 horas del día alguien estaría rezando a Nuestra Señora, pidiendo especialmente por esas tres intenciones.
Imagen de Nuestra Señora de Fátima delante la cual se dio inicio a la Cruzada del Santo Rosario |
Rápidamente, en todas las ciudades, pueblos y aldeas fue creciendo el número de quienes se adherían al movimiento, comprometiéndose a rezar el Rosario a una hora determinada. De tal forma que no faltaba un austriaco que estuviese rezando, rogando a la Santísima Virgen. Tenían plena conciencia de que así como en Lepanto, la situación de los cristianos parecía imposible, terminaron venciendo al Islam por la intercesión de María y el rezo del Santo Rosario. Ahora le pedían a la Virgen que los liberara del Comunismo.
En cada ciudad o aldea, el Padre Pavlicek conseguía siempre mayor número de adhesiones a la Rosenkranzsühnekreuzzug (Cruzada Reparadora del Santo Rosario). Para no provocar una actitud represiva por parte de las autoridades rusas, pedía a los participantes de la cruzada que públicamente rezasen por dos de las intenciones: la paz mundial y la conversión de los pecadores. Al fin y al cabo todos entendían que tal paz comenzaba por la liberación de Austria del yugo comunista.
En sus prédicas insistía en el pedido central de Nuestra Señora en las apariciones en Fátima: la conversión de los pecadores; e instaba a sus fieles para acercarse al sacramento de la penitencia. Solo él, llegó a escuchar casi 6000 confesiones. En una ocasión se mantuvo en el confesionario tres días y tres noches seguidos.
El Santo Rosario se transforma en una nueva Cruzada
En setiembre de 1948 inició el padre Petrus, en la iglesia de los capuchinos de Viena, los Actos de Devoción Reparadora (Sühneandacht) con misas, predicaciones, confesiones, bendición de enfermos y recitación del rosario. Tales devociones duraban a veces cinco días consecutivos. Él los denominó Asaltos de Oración (Sturmgebete): “La paz es un don de Dios y no obra de políticos, y los dones de Dios se obtienen con oraciones”, decía este misionero que en la actualidad sería considerado un desfasado. Era necesario conquistar de Dios esa gracia como los soldados conquistan una fortaleza mediante un ataque.
Pero la Cruzada no se contentó solamente con el rezo del Rosario, diríamos, de forma particular, cada quién en sus respectivos hogares. Era necesario hacer violencia al Cielo.
Procesión en las calles de Viena |
Para ello, el heroico sacerdote organizó procesiones con la imagen de la Virgen de Fátima los días 13 de cada mes y cada año, para la Fiesta del Nombre de María, el 12 de septiembre, se realizaba una gran procesión a la cual invitaba a participar a todas las parroquias de Viena.
El padre Petrus invitó al Cardenal de Viena a participar de las procesiones. Durante algún tiempo, el Purpurado se negó a tomar parte en aquella manifestación de Fe. Más tarde, ante el éxito del movimiento, el Cardenal se sintió obligado a participar también.
El primer ministro Leopold Figl también fue invitado a participar de las grandes procesiones. En todas las magnas ocasiones, tanto a él como a sus ministros se los veía de vela y rosario en la mano.
Católicos austriacos vencieron el miedo y el respeto humano y salieron en procesiones para implorar el auxilio de la SantísimaVirgen |
Luego de diez años, esto es en 1955, la Cruzada se había expandido por toda Austria, desbordándose en territorio alemán y suizo. Más de medio millón de austriacos (aprox. 10% de la población de aquel tiempo) se habían comprometido a rezarle diariamente a la Santísima Virgen. Un número aun mayor participaba en las procesiones marianas y en los "asaltos de oración".
En medio de eso, en ocho años, se produjeron 260 reuniones entre representantes de los aliados, delegaciones austriacas, y los rusos, sin llegar a una resolución sobre el destino del país. Mientras tanto se intensificaba la represión comunista contra la Iglesia, agudizando sus métodos de persecución religiosa en Austria y demás países ocupados. Parecía que Dios quería probar la confianza de aquellos que tanto pedían la liberación de su país.
Milagro de la Santísima Virgen salva a Austria
El 24 de marzo de 1955, los rusos invitaron a los austriacos a una conferencia en Moscú. Antes de partir, el primer ministro Julius Raab pidió al valeroso sacerdote: “Por favor rece, y haga que sus fieles recen más que nunca”, pues presentía que allí se decidiría el futuro de la nación.
Luego de rápidas conversaciones, sucede lo imposible: inesperadamente en el mes de abril, el régimen de Moscú anunció la determinación de que en noventa días retiraría todas sus tropas. El 15 de mayo, los representantes de las cuatro potencias ocupantes firmaron en Viena el Tratado de Independencia definitiva del país.
Finalmente Austria se liberaba de la ocupación aliada y, más importante que todo, de la ocupación rusa. Caso único en la historia del comunismo hasta entonces. El 26 de octubre de 1955, el último soldado de las tropas de ocupación dejó el suelo austriaco, lo que en Alemania recién sucedió cuarenta años después, en 1995.
Antes, el 12 de setiembre, se organizó en Viena una gran procesión nocturna “aux flambeaux” (con candelas) en homenaje a la Santísima Virgen, de la cual participó una enorme multitud e innumerables personalidades de la vida pública.
Entonces, el primer ministro pronunció un discurso en el cual reconoció la importancia que el movimiento del padre Petrus Pavlicek había desempeñado en los acontecimientos. Y terminó con estas palabras: “Hoy, nosotros, que tenemos el corazón lleno de fe, aclamamos al Cielo con gozosa oración: ¡Somos libres, oh María, te lo agradecemos!”
Una Cruzada que duró casi toda una vida
El Padre Pavlicek fue ejemplo de fe, de valentía, de una piedad fervorosa, y de una profunda devoción mariana (nótese que casi todas las fechas aquí descritas, relacionadas con hechos trascendentales de su vida se dieron en días dedicados a la Santísima Virgen).
Falleció el 14 de Diciembre de 1982, a los 80 años, habiendo dedicado gran parte de su vida a la Cruzada Reparadora del Santo Rosario. Su cuerpo se venera en la Iglesia de los Capuchinos, en Viena, en una capilla dedicada a la Virgen de Fátima.
El Ecuador ante la amenaza abortista
Para hacerle frente al ejército - o al menos para intentar disuadirlo - los austriacos no contaban con el suyo propio. Sin embargo contaron y confiaron sin medida en la intercesión de Aquella que es "terrible como ejércitos en orden de batalla - Terribilis ut castrorum Acies Ordinata - (Cantar de los Cantares, 6, 10).
¡Y María Santísima los oyó!
El Ecuador se encuentra hoy a muy poco de que el Aborto sea aprobado bajo nuevas formas. El flagelo que nos espera serán los múltiples castigos que sobrevendrán sobre nuestra nación en caso de que el crimen de los inocentes sea definitivamente permitido.
Aquí la noticia
Los católicos ecuatorianos por naturaleza, devotos de la Santísima Virgen, ¿no recurrirán a Ella para evitar ese tan grave pecado? ¿dejarán de confiar en el arma que es más poderosa que cualquier otra, esto es en el Santísimo Rosario? ¿acaso no se vuelve imperiosa, urgente, una Cruzada del Santo Rosario en nuestra nación Relicario de América que de seguro lo librará de ese mal y de otros que lo amenazan?
Ya en 1941, durante un conflicto limítrofe internacional, nuestro país dio muestra de su cohesión católica y de confianza en la ayuda maternal de la Virgen. Se unió en oración y el terrible fantasma de la guerra fue apartado por los ruegos de la Madre de Dios.(*)
Lea AQUÍ el Milagro del 41 |
En esa época el número de víctimas por las escaramuzas no fue grande. Pero en la actualidad puede ser incomparablemente mayor, si se aprueba la matanza sin piedad de miles de niños, y lo más funesto aun, si dichos crímenes se los cometen dentro del propio vientre materno.
El Padre Pavlicek no sólo empujó a su Patria al rezo del Rosario o a participar en valerosas procesiones. Instó a los católicos principalmente a escuchar y a obedecer lo que Nuestra Señora había pedido: un profundo cambio de vida. En la medida en que fuese anténticamente cristiana, Austria sería una nación libre y próspera.
¿Queremos lo mismo para el Ecuador?
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